Facilitadora del curso

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lunes, 9 de diciembre de 2013

                                    La Caballería

La institución de la caballería medieval está ligada a la historia de los guerreros a caballo en el reino de Francia que surge de la descomposición del Imperio carolingio. A finales del siglo X los caballeros se habían convertido en el cuerpo militar más importante, frente a la infantería común, acumulando un creciente poder político. El ejercicio del poder por los caballeros fue posible porque solamente ellos poseían el necesario entrenamiento militar y la suficiente riqueza para mantener las armas y los caballos necesarios para poder desarrollar su forma típica de combate. La diferenciación social basada inicialmente en la habilidad y destreza de los propios caballeros desembocó en un sentido de clase caballeresca, orgullosa de su conducta y valores marciales y desdeñosa hacia otros segmentos no armados de la sociedad: los clérigos y los campesinos.
Los caballeros nacieron de la necesidad de defender los dominios feudales (nobiliarios o eclesiásticos, ambos vinculados en las mismas familias) contra toda clase de enemigos, incluyendo los pillajes y rapiñas y los salteadores de caminos. De esta forma, la caballería fue un ejército coercitivo. Los caballeros defendían los intereses de aquellos de quienes dependían, es decir, de los señores que les mantenían; lo que entre otras cosas suponía garantizar el cobro de las cargas impuestas a los campesinos.
Así como en el origen de los caballeros predominaba el espíritu guerrero, en los primeros relatos artúricos se daba mayor énfasis al valor militar, a los hechos de guerra y a las descripciones de las batallas. La iglesia procuró moderar los excesos bélicos con instituciones como la tregua de Dios y encauzó el apetito de combate de los milites hacia objetivos más acordes con el espíritu cristiano: la lucha contra las injusticias y la lucha contra los infieles. La incorporación de las tradiciones violentas de la caballería en el seno de la propia iglesia permitió que clérigos fueran célebres narradores artúricos, como es el caso de Robert de Boron, a finales del siglo XII.

Dentro de esta estructura feudal, los caballeros mantenían un feudo que un señor les había concedido, a cambio de rendirle homenaje y prestarle servicio con las armas. A su vez este señor podía ser vasallo de otro señor más poderoso, o el caballero ser servido por otros caballeros de inferior rango. Con el paso del tiempo eran muchos los milites, a veces de baja extracción social, que querían convertirse en caballeros, por lo que se impuso una prueba selectiva, que acabó por tomar la forma de un rito de iniciación, bendecido por la Iglesia, llamado espaldarazo o palmada. 


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